Funeral mormón
Generalmente se celebran en una capilla SUD (Santos de los Últimos Días) o en una morgue, bajo la dirección del obispo del barrio. Los funerales comienzan y concluyen con música fúnebre sagrada y oración, a veces con cantos congregacionales o un coro.
El servicio fúnebre mormón incluye un momento para compartir recuerdos y un panegírico fúnebre, así como charlas sobre la Expiación, la Resurrección, la vida después de la muerte y doctrinas relacionadas que consuelan e inspiran a los dolientes. Algunas familias optan por que familiares o amigos hablen sobre la vida del difunto o canten un himno fúnebre apropiado. Es costumbre que un miembro de la iglesia comience el servicio con una oración en nombre de la familia.
El servicio funerario posterior al funeral consiste en una dedicación sencilla a la que solo asisten familiares y amigos cercanos. Quien posee el Sacerdocio de Melquisedec (autoridad, responsabilidad y poder otorgados por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días para actuar en nombre de Jesucristo), generalmente un miembro o amigo cercano de la familia, dedica la tumba pidiendo a Dios que la proteja como un lugar de descanso sagrado hasta la resurrección. En algunos países, la legislación local puede dictar la cremación en lugar del entierro, pero en ausencia de dicha legislación, se prefiere el entierro debido a su simbolismo doctrinal. Sin embargo, la decisión final recae en la familia del difunto.
Las circunstancias también pueden requerir un servicio conmemorativo o un servicio junto a la tumba únicamente. Se aconseja a los obispos que respeten los deseos de la familia, de acuerdo con la naturaleza espiritual y reverente de la ocasión. El entierro del cuerpo suele realizarse después de un funeral o servicio junto a la tumba. El cuerpo de un miembro fallecido de la Iglesia que haya recibido la investidura del templo (y la ceremonia se lleve a cabo en un templo SUD) debe vestirse con la ropa del templo. Las hermanas de la Sociedad de Socorro visten a las mujeres fallecidas y los hermanos del sacerdocio visten a los hombres. Cuando no sea posible vestir el cuerpo, se puede cubrir con la ropa del templo.
Un miembro del obispado suele presidir el entierro, donde se ofrece una oración sencilla y ferviente para dedicar la tumba. Esta oración puede incluir la dedicación de la tumba como lugar sagrado de descanso hasta la resurrección, si quien la ofrece posee el Sacerdocio de Melquisedec y se le ha pedido que la dedique. La tumba a menudo se convierte en un lugar sagrado para que la familia del difunto la visite y la cuide.
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